RESEÑA DE LA AMADA INMÓVIL




La noche del 31 de agosto de 1901 Juan Crisóstomo Ruíz de Nervo Ordaz (más conocido como Amado Nervo) esperaba en un café del barrio latino de Paris a una mujer con la que había pactado un encuentro. Ella jamás acudió a la cita pero mandó a su hermana para disculparse.

La casualidad los colocaba frente a frente con una simpatía recíproca. Contrariado por tanta desesperanza Amado Nervo le propuso que se quedara con él un momento. A lo que la dama respondió: -“Yo no soy mujer para una sola noche-”. -¿Y para cuánto tiempo eres?- Insistió asombrado el poeta. -“Para toda la vida”- Le respondió ella.

Y así fue: Ana Luisa Cecilia Dailliez, se convierte en su musa, surgen todos los poemas para ella, las virtudes y los anhelos en un romance sombrío y sobre todo secreto, pues cuando Amado Nervo se radica en Madrid como segundo secretario de la embajada de México en España, ni los administradores del edifico donde

vivía se percatan de la existencia de su amada.

Diez años compartieron juntos, hasta que el 17 de diciembre de 1911 Ana contrajo una fiebre tifoidea que le provocó una lenta agonía, también secreta, ya que Nervo la atendió a escondidas, hasta la noche del 7 de enero de 1912 en que murió su único amor, dejándolo solo y desgarrado a la edad de 41 años.

“La Amada Inmóvil” es el libro que nació esa noche en que Nervo veló en soledad el cadáver de quien fue su amada. Es su obra más reconocida en ella hace un recorrido por el dolor y el duelo en forma de versos.

El recuerdo de Ana se recrea en un periodo de 11 meses que se elabora el poemario. Es evocada por su hermosura, delicadeza, el recuerdo material de una trenza rubia suya y algunas de sus pertenencias como un sombrero, un chal y perfumes, pero

sobre todo, por su valentía en la agonía, como mujer frágil, piadosa e irremplazable.


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